Diez de la mañana del 10 de noviembre de 2021, el miniequipo salmantino de colaboradores para la preparación del próximo encuentro / reunión / convivencia del día 2 de abril de 2022 estábamos apostados a la salida de Salamanca, junto al verraco / toro / jabalí, escultura insondable de piedra cuya función histórica es un misterio «céltico». Los vetones sí sabrían solucionar el jeroglífico: ¿Se trata de un enclave lítico delimitador, de un protector de la defensa de la ciudad (‘oppidum’)? ¿O estamos ante un benefactor / protector del alma de los difuntos, de los recursos naturales de la ciudad? Sea como fuere, eran las diez de la mañana y allí estábamos ante los arcanos de esa figura que preside la entrada al Puente Romano de Salamanca, enclave mágico por la proximidad entre el verraco y el monumento al Lazarillo de Tormes. Inconscientemente, ese escenario evoca de inmediato la anécdota del coscorrón urdida por el ciego para enseñarle a Lázaro, a base de golpes, el camino de la astucia, de la trampa y de la picaresca: “Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo “. Por eso, Lázaro, con mirada nada amigable, pícara y recelosa, tiene vigilado en todo momento al ‘suido‘ en evitación de nuevas y duras escenas de aprendizaje incontrolado e inadecuado. El aprendiz de “coronista” ruega disculpas por esta digresión, muy propia de un salmantino de ‘pro’. Pero es que habíamos quedado en este lugar de embrujo, Timo (el artista y eficiente promotor de la idea que perseguimos), el aprendiz de “coronista” y nuestras santas respectivas. Este era el punto de encuentro con Luis María; nos presentamos, nos saludamos y rápidamente, dirigido por él, el cortejo se pone en marcha, camino de Béjar, para “empuntar» posteriormente hacia El Barco de Ávila, donde habíamos quedado con los organizadores del evento: Manolo, ‘el bueno’, Mariano, ‘el de la suerte’, Angelillo, ‘el gran jefe’, y sus respectivas señoras.
Abrazos, besos y parabienes. Intentamos tomar un cafetito juntos para intercambiar saludos y opiniones; pero, cautelarmente, el Hotel Mirador de Gredos no tenía servicio hasta más tarde. No podíamos esperar y, en consecuencia, decidimos poner rumbo a Santiago de Aravalle, guiados por Luis María, profesor, compañero y amigo de Timo, el artífice de esta escapada o acampada en pleno pulmón natural abulense. Luis María es el ecónomo y el administrador de la finca del ALBERGUE RONDILLOS donde, si el pueblo soberano lo acepta, tendrá lugar, por imperativo pandémico, la convivencia anual. Ya se sabe, a gran mal, inteligencia y buen remedio… Se trata de una bonita pedanía abulense, donde disfrutaremos a tope de la naturaleza . Rompemos, obligados y precavidos, con la tradición, y salimos de lo habitual. Cambiamos el asfalto por el exuberante follaje natural, por frondoso y añoso arbolado de roble y castaño, alineándonos así con el mejor tratamiento seguido en pandemias semejantes: La Peste / Peste Negra o Bubónica del s. XIV y la mal llamada, Gripe Española del s. XIX.
Naturalmente que en un “finde” no escribiremos un epílogo del Decamerón, pero sí añadiremos un eslabón más a la cadena de oro de nuestra amistad. La historia se repite, ya lo dijo en su momento J. B. Vico, y a nosotros nos toca repetirla aquí, en Santiago de Aravalle y ahora, el 2 de abril de 2022. Momentáneamente, abandonaremos la ciudad e iremos hasta Santiago siguiendo el camino empolvado, sí, pero no contaminado; el camino, no de Santiago…, sino hasta «Santiago», nombre muy español y ampliamente difundido por toda la geografía. Este enclave geográfico, que cuenta con una pequeña población de unos 20 / 25 habitantes, está relativamente próximo a la Sierra de Gredos, Hervás, Candelario…, e, hidrográficamente, está regado por… o, al menos, pertenece a la cuenca del Aravalle, afluente del Tormes por la izquierda; de ahí la denominación toponímica. (¿Tautología vascorromance similar al Valle de Arán?, ¿»Agua del Valle / Valle del Agua»?). Signifique lo que signifique, este es el lugar ideal para nuestra residencia / retiro durante un fin de semana, alejados del mundanal «coronarruido». El ensamblaje topográfico con la sierra es perfecto, pues se puede disfrutar de una bella y armoniosa confluencia entre cielo, tierra y vegetación… Allí hasta el silencio es todo un himno a la naturaleza, Entre la niebla se adivina una panorámica general bonita, recoleta y recogida. La zona se me antoja un remedo del castañar, más aún, del Robledal de Corpes del poema. Allí no vamos a recibir ninguna afrenta, como las hijas del Cid. Allí vamos a respirar el aire puro, a henchir los pulmones con la saludable atmósfera del entorno de Gredos y alrededores.
Llegamos a la finca y lo primero que se observa es la presencia de usos arquitectónicos típicos de la sierra: pared de piedra, cargaderos de madera y armonía en la construcción de puertas y ventanas. Llama la atención en el comedor el color cálido del techo / artesonado, conseguido con la utilización de vigas de madera entrelazadas. Y, ya, dentro del comedor, Luis María tuvo la gentileza y buen acuerdo de reconfortarnos con un tónico cafetito. Nos condujo posteriormente por el interior de la residencia. Todo equipado y acomodado a nuestros objetivos: salas, salones, iglesia, habitaciones simples o dobles, a elegir, según necesidad del usuario… Todo en muy buen estado.
Recorrimos posteriormente los exteriores. Una gozada natural: amplitud, aire puro, agua, verdor, pradera (por cierto, hozada por los jabalíes), bellotas y castañas por doquier… No es extraño que vengan muchas acampadas, pues es un lugar privilegiado por la naturaleza semisalvaje. Visto, contemplado y admirado el ‘locus amoenus’. En el pórtico, al sol y bajo la bondadosa mirada del Venerable D. Tomás Morales, fundador del Instituto Secular de los Cruzados de Santa María, propietario de la finca, el pequeño sanedrín dio el ‘placet’ y el ‘nihil obstat’ a la posibilidad de reunirnos, el próximo año y en estas circunstancias extraordinarias, en esta desconocida y hermosa comarca del Aravalle. Ahora quedamos a la expectativa: esperamos el verdicto y la aceptación de los miembros integrantes de nuestro grupo.
A partir de este momento, abandonamos la finca y nos fuimos a comer a un restaurante, el Restaurante LY.2, sito al lado del Hotel “ Mirador de Gredos”. Buena y copiosa comida y, sobre todo, en magnífica compañía.
Para terminar la función, decidimos visitar la localidad de EL BARCO DE ÁVILA. Es un pueblo de unos dos mil habitantes; aunque al «coronista» le pareció un pueblo fantasma, pues no deambulaba nadie por sus calles y las tiendas, donde algunos forasteros compraron alubias / judías, también estaban desiertas. Tan solo nos encontramos con un chaval, «Erick», que nos explicó sobre una maqueta lo más significativo del pueblo y se ofreció a acompañarnos de ‘cicerone’. Espabilado como él solo, se granjeó rápidamente la benevolencia del grupo, porque yo imagino que «quien más, quien menos» lo identificaba con alguno de sus nietos. Era un niño muy pensador y con mucho desparpajo. A mí me sorprendió con una pregunta que me hizo a bocajarro: «¿Usted cree en Dios?» Me dijo que él nunca había tenido clase de religión y que sí creía en «Thor», el dios del trueno y fuerza en la mitología nórdica y germánica (¿Influjo de los videojuegos?) ¡¡¡¡Profundo y sorpresivo el ‘boy’!!!!
Eran las 5:30 h de la tarde, hora de volver a casa, y volvimos con los pulmones oxigenados y la cabeza despejada, pensando en si el grupo también daría el ‘placet’ al lugar elegido asistiendo masivamente, como siempre, al reclamo de una amistad duradera y permanente.
Amén, Amén, Amén…
NOTA. Pueden verse imágenes del Albergue Rondillos de Santiago de Aravalle (Ávila) y también de El Barco de Ávila pulsando sobre el enlace al álbum de fotos.